
Todos tenemos sueños. Cambiemos sueños por ilusiones, o esperanzas. Aspiraciones. Son los motores que nos conmueven más allá de la rutina. Uno de mis anhelos es una cabaña; con chimenea y madera, sí. Un porche con vistas a la naturaleza y un banjo. Mis amigos vendrían con su violín y yo prepararía una tarta. Como acompañamiento, una música como la de Alela Diane, por supuesto.
Es difícil destacar en la atmósfera folk que recorre las tendencias de gran parte de las cantautoras actuales, sobre todo si pensamos que muchos y muchas ya pusieron el listón muy alto hace ya algunos años (Vashti Bunyan, Karen Dalton o Sandy Denny). Sin embargo, escuchar el segundo disco de Alela Diane, To be still (2009), nos hace cerciorarnos de que en un mundo de oferta musical desmedida, sigue habiendo un hueco para la belleza bucólica.
“White as diamonds” es un tema-retrato. Una canción en la que podemos oler la nieve y escuchar el crujido de las ramas, como si de verdad fueran diamantes los brillos que salen de cada copo helado.
Una oda a los paisajes, a los lagos y la espiritualidad. A disfrutar.