
“Si arrastré por este mundo la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser”, cantaba Carlos Gardel en "Cuesta Abajo", un tango cuya letra, según Max, el protagonista insomne de Reo de nocturnidad (Alfredo Bryce Echenique, Anagrama), trata sobre un hombre que se arrastra por un amor no correspondido. Son estos versos los que le hacen reflexionar sobre la curiosa manera en que a veces las palabras de una canción, especialmente por su tema traumático, nos acercan a nuestra propia verdad. Nos la cuentan, casi.
El desamor es un tema recurrente en la música, ofreciéndonos cobijo tras una mala experiencia. Desde mi punto de vista, gracias a ese sentimiento que carcome lo más profundo de quien lo padece se han escrito las mejores canciones, aquellas que deliciosamente te hacen jirones el corazón. Havalina de esto saben, y mucho. En 2010 publicaron "Las Hojas Secas", un disco grandioso con el que afianzaron su presencia en el panorama musical nacional. En él se incluye "Desierto", una canción escrita desde la rabia y la impotencia, sentimientos ambos que quedan plasmados en la contundente guitarra de Manuel Cabezalí y una batería excelsa.
Ya lo decía Max del tango con el que comienza esta recomendación: “Sí, porque yo era eso, todo en mí era eso: vergüenza y dolor, escrúpulos y pena, odio profundo e infinita nostalgia”. Y yo, con el permiso de Bryce Echenique, digo lo mismo de "Desierto".
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