
La música y el cine son disciplinas artísticas con bastantes cosas en común. Los dos cuentan una historia, existen de más acción y más pausadas, mudas o con diálogos, tienen sus momentos de tensión y se juega con las emociones del espectador entre otras cosas. Pero tienen una diferencia fundamental, y es que la música es invisible.
Este razonamiento le llevó a Aaron Parks a publicar el álbum Invisible Cinema. Alguien me preguntó una vez que dijera dos palabras para describir la música que hago, y las palabras que elegí fueron " espontánea" y "cinematográfica". Un álbum con el que pretende contarnos una historia en la cual da libertad al oyente para su interpretación.
Parks empezó con 14 años estudiando una carrera que unía las matemáticas, la informática y la música en la Universidad de Washington. Pensaba que difícilmente podría vivir de la música, pero pronto creció en él la adicción de componer e interpretar. Se enganchó a esa sensación típica en el jazz en la cual se confunde el tocar música con que la música te toque. De sus miles de influencias musicales, se pueden observar artistas como Blonde Redhead, Elliott Smith, Björk, Radiohead, Sigur Ros y hasta Claude Debussy, variedad que unida a jazz y al talento para la improvisación de Parks, nos regala una música para dejarse llevar y soñar.