
Uno nunca sabe cuando le va a llegar el estrellato o cuando se va a estrellar. Y es que es inevitable pensar como en cuestión de meses puede cambiar el panorama para una banda, de ser la eterna desconocida a romper las caderas de las mejores salas de todo el mundo.
Es en cierto modo lo que le ocurrió a The Black Keys, que en cuanto a presencia en España han sido siempre escuetos, a pesar de contar con una base de seguidores bastante amplia. Muchos somos los que nos hemos rendido a los riffs fuertes y contundentes del dúo de Ohio, los que hemos coreado en la ducha o corriendo por el pasillo sus estribillos, con ese estilo sencillo pero efectivo y claro.
Es inevitable pensar que, como decían en algunos periódicos del pasado mes de Noviembre (cuando aparecieron en España por primera y única vez), que hacía dos o tres años The Black Keys no habría llenado la sala más pequeña de Madrid ni regalando las entradas en Puerta del Sol. Y sin embargo, aquí estamos, poco después y teniendo la seguridad de que tendremos pelear por un par de entradas si alguna vez se dignan a volver a este país.
No hay que sonrojarse. Es una pequeña epidemia que se expande: The Black Keys nos hipnotiza, y comienza por ejemplo cuando alguien en una web te recomienda un tema como "I got mine": guitarra sobre batería al punto.
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