
Las expectativas eran altas, muy altas. La espera, larguísima, para que negarlo.
Suede nació como la gran esperanza del pop y el rock británicos, débil en aquellos comienzos de los años noventa, frente a la creciente cultura grunge y surf americana. Cuando en 1992, Suede publicó su primer sencillo, la crítica y la industria creyeron haber encontrado los nuevos Smiths, aunque realmente Suede no iba a estar por la labor de seguir una línea marcada. Suede sonaba (y aún suena a veces) a The Smiths, pero la voz de Brett Anderson sobresalía tanto que las diferencias se marcaban nada más comenzar a escuchar.
Su primer LP alcanzó la mayor de las popularidades, el mayor de los éxitos, y todos los números uno en las listas disponibles. Su segundo disco, pese a problemas internos y un cambio de guitarrista, fue la resistencia clave contra el omnipresente britpop de la época, a base de canciones potentes, directas, enérgicas.
Digamos que a partir de su tercer album comenzó un pequeño declive, en el que a pesar de componer y ejecutar su música de forma correcta, no llegaba ni de lejos al nivel de sus primeros dos álbumes. Salvo excepciones, claro.
La maldición de las drogas, el alcohol, el ritmo frenético o los problemas personales hicieron mella. En 2003, Suede anunciaba su disolución hasta nuevo aviso, y así quedó: una de las bandas más influyentes del rock británico desaparecía.
No volvieron a reunirse hasta 2010, año en que anunciaron una serie de conciertos y apariciones en festivales de calado internacional. Pese a que habían desarrollado carreras en solitario, ninguno había conseguido la relevancia que Suede alcanzó, y ya sabemos que a todos nos pica el éxito: Suede volvió y se quedó, continuando con conciertos, giras y algún single.
Hasta hace pocas semanas no dieron el paso: un nuevo disco, una nueva esperanza. Pero como todas las grandes esperanzas, a veces se pasan, a veces se quedan cortas. Bloodsports es un disco que recupera el sonido y las formas de aquellos grandes éxitos que catapultaron a Suede a los salones de la fama, pero no llega a cuajar como antes. Hay grandes canciones que recuerdan a quienes fueron y otras que se quedan en un simple intento, agradable, pero poco más. Sin embargo, habrá que ser pacientes y esperar a ver si Suede vuelve, si el talento de Brett Anderson sigue reluciendo con el rodaje y la carretera. Si, en definitiva, Suede vuelve a ser Suede siempre, y no sólo a ratos.