
Hablemos de una mujer con una guitarra. De la huida de los convencionalismos manidos, del clásico y el modernismo barato. Hablemos de Laura Marling.
Vuelve, renovada, aunque realmente vuelve como siempre; fuerte, aunque suave como nunca. Tiene sus arrebatos, como todos. Desde que hace ya cinco años se estrenara con "Alas, I cannot swim", su irrupción estelar en el panorama británico, ha publicado tres discos más de estudio. Con este cuarto álbum, se presenta con una obra que continúa un camino iniciatico hacia su estilo particular, puro y claro como agua: voz limpia, ligeramente rasgada, ritmos cambiantes, duros y suaves, para después volver a los suaves y duros.
De "Once I was an eagle" nos quedamos con un regusto evocador, soñando con sus largas alas y su voz retumbando entre la instrumentación perfecta y cuidada, con todas las capas de sonido que nos acostumbra. Y temas como el single, "I was an eagle", cumple con todas las espectativas: crescendo instrumental, la voz como un instrumento más, y una composición que hace que el tema no sea un corte más dentro del disco, sino una porción dentro de un todo: un trocito de una obra, que completa y se complementa con todo lo demás.
Una carrera que se sigue completando poco a poco con cada paso que da. Y pisa fuerte.