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Álbum: Liquid Spirit, de Gregory Porter

jesusr 23/02/2014 Sin comentarios

Dígamos que este tipo tiene un ascenso meteórico. Que sabe cómo funciona este mundo de la música y su industria. Y por supuesto, digamos que canta muy bien, y que nadie se lo esperaba.

Gregory Porter era un feliz estudiante de San Diego con una beca deportiva completa en la universidad estatal y una vida familiar idónea. Todo en su lugar. Excepto su hombro, cuando poco después de comenzar su etapa universitaria una lesión truncó su esperanza y su futuro deportivo. Pero claro: este chaval tenía un plan b, una posibilidad secundaria con la que nadie contaba, excepto él. La música era su ventana para escapar y lo hizo como pocos.

El jazz escondía un as en la manga: su primer disco, una excelencia vocal espectacular llamada Water, fue nominado a los Grammy sin ningún tipo de recelo ni duda como mejor álbum de jazz del año 2010. Y eso sólo fue el principio. El pequeño Gregory Porter (pequeño irónicamente, en realidad es un tipo enorme), sabe como funciona el mundo: va a disco por año, sus actuaciones son recordadas y siempre diferentes y desde el comienzo de su carrera encontró algo que lo hiciera diferente y lo potenció. En su caso, una gorra de modificada que le envuelve el lateral de la cabeza y que le da un aspecto algo extraño, pero que potencia su personalidad y le diferencia como a pocos. Es su marca y él lo sabe. Es su voz y él sabe que con eso, por muy bueno que seas, a veces no basta.

Como decía, ha ido a disco por año desde 2010, y se espera un cuarto para este 2014. Pero como aún no ha llegado, nos quedamos con el de 2013, Liquid Spirit, una suerte de jazz personal y cálido, imprescindible.

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