
Hay errores en la puerca naturaleza. El filo del cuchillo parece a veces cebarse con la carne blanda que nunca se mueve y así es como las cosas ocurren, en la mayoría de los casos. Que a la genialidad la mate la enfermedad es, sin duda, la mayor de las burlas habidas. A “I” le regalé un disco de Eva Cassidy hace unos años y me dijo: “Me he enamorado de ella, voy a ir a buscarla”. Es desesperanzador que la belleza muera incluso sin dar explicaciones.
Eva nunca grabó canciones propias, pero ante la versión de “Fields of Gold”, el tema que lanzaría a Sting a todo el auge de su carrera, uno se pregunta cómo a veces lo precioso vive ajeno a todo entendimiento. Tan desconocida como admirada en su círculo amistoso, Eva vivió cantando canciones de otros, y así nació Live at Blues Alley (1997), un directo insatisfecho para la propia autora, pero que ha sido aclamado con fervor (una vez más en la Historia de las grandes mentes) después de su muerte. Destaca la mítica versión del tema “What a wonderful world”, y otros en torno al jazz, o el góspel, hecho especial dentro de su boca.
Quizás haya talentos que no estén en los libros porque algún día cayeron por su propio peso. Buen miércoles.