
Y llegó el nuevo disco de un viejo conocido que lleva más de veinticinco años encima de los escenarios. Lenny Kravitz, el rockero que hacía lo que le daba la gana (mainstream, sí, pero lo que le daba la gana) siempre se lo ha comido todo solo. Desde los instrumentos, composición y voces hasta producción, grabación e incluso gestión. Con su propio sello discográfico desde hace más de veinticinco años a ver quien le dice que no es independiente.
Lenny es digno de estudio: ha pasado por tantas fases, estilos y giros inesperados, cada uno con distinta suerte, que es difícil catalogarle de forma general. En su historia reciente encontramos el 'quiero y no puedo' que fue Black and White America, un disco con un planteamiento interesante pero que se quedaba corto. No llegaba a lo que pretendía.
Pero este disco es otra cosa. Strut, publicado el 23 de Septiembre de este año, es algo diferente: llega, y llega bien. Alcanza sin problema la expectativa; todo huele a rock, y tiene el ligero toque funk que nunca debería haber perdido. Aún así hay temas diferentes, al margen de lo dicho hasta ahora. The Chamber, el primer single de presentación del disco es otra cosa diferente: pop con base setentera de discoteca para un tema con letra y ritmo muy cuidados. Un éxito seguro, un buen rato.