
Alondra Galopa es una mezcla de dos cosas que a priori nada tienen que ver entre sí; una dualidad de opuestos. Por una parte, su sonido juega entre el pop y el punk, entre la elegancia y el ruido, jugando de uno a otro, sumando en pos de un mismo objetivo: reinventar los ochenta.
Aunque podría parecerlo, "Ni fuimos, ni somos, ni seremos heroes" no es una simple continuación de su anterior disco "Voy a intentar olvidarlo todo. Sigue su estela, sin duda, pero esto no es un inmovilismo conformista: es una evolución meditada y planeada al milímetro para hacerse poco a poco y sin cambios drásticos, dejando pinceladas de sus intenciones en los temas de la segunda mitad del disco (sobre todo en 'Sin mirar atrás', 'La ley de la gravedad, 'Un lugar para morir').
Ahí reside la belleza de Alondra Galopa: en que es la unión de dos especies diferentes, se convierte en una rara avis de la música, debatiéndose siempre entre sus dos estados, y aún así sabiendo perfectamente quien es.