En el viaje del que fue el primer Erasmus de la historia, Ulises ordena tapar los oídos de su tripulación y se hace atar al mástil de su nave como única salvación ante el canto atrayente de las sirenas, dedicadas a embaucar a los hombres que a su paso las escuchaban (Odisea, XII-39). Quizás el poeta Kavafis dio en el clavo: “Cuando emprendas tu viaje a Ítaca  pide que el camino sea largo,  lleno de aventuras, lleno de experiencias”. Y así fue como las sirenas quedaron perfumadas de sal, en el cuaderno de bitácora. Y Ulises, pasó de largo.

En lo que podría ser un reverso mitológico, la voz de Tim Buckley canta a la sirena por la que Ulises quizás hubiera perdido los huesos allá en su pasaje por la isla. “Song to the siren” es esa entrega al desconsuelo, al amor pese a las olas y las tempestades, ese embrujo etéreo que ciertas personas o cosas pudieran embelesarnos implacablemente.

Muchos conocerán la famosa versión llevada a cabo por This Mortal Coil, pero el apellido “Buckley” bien merece una pausa de gozo (y si no lo hicieron con su hijo Jeff, todavía están a tiempo). La primera versión fue grabada en 1967. Es sublime la manera en que esa guitarra responde a modo de sirena y es loable el acompañamiento minimalista para unas palabras tan bellas. Y con eso ya hemos ganado. El álbum The Dream belongs to me (2004), una recopilación de los temas del mito fallecido a los 28 años, es toda una declaración onírica de intenciones.

El canto del Ulises que decidió quedarse. Buen sábado.