“It takes a man to suffer ignorance and smile. Be yourself no matter what they say”

La primera vez que la escuché siendo consciente de su belleza fue allá por el 2000. Y aunque ya ha avanzado bastante este caótico Siglo XXI, su melodía no ha dejado de acompañarme hasta hoy. Ésta es la frase que siempre recuerdo de una de las canciones más bonitas de la historia, según mi humilde –e inexperta– opinión, Englishman in New York, de Sting.

La historia de una nueva vida en una nueva ciudad, cargada de sutil crítica a una sociedad neoyorkina intolerante en demasía, que miraba con recelo al diferente, al extranjero, al  "alien". Una historia musical inspirada en la City, cuyo estribillo a veces no puedes sacar de tu cabeza, y repites hasta la extenuación cantando en voz baja, o silbando. Viviendo sus acordes.

De fondo, la historia del controvertido artista inglés Quentin Crisp. Y de forma, la maravillosa voz de Sting acompañada por Branford Marsalis al saxofón. Una canción que nos recuerda, con preciosa melodía, la importancia de tratar a los demás como nos gustaría que nos tratasen a nosotros.